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Si eres profesor o profesora, es posible que tengas un alumno/a con problemas de atención y/o hiperactividad. Puede o no estar diagnosticado con TDAH.
Lo has intentado todo y nada ha funcionado. Es la primera vez que tienes un estudiante con estas características y no sabes qué hacer.
Sabes que es capaz de sacar buenas notas, pero no lo hace. Sabes que podría ser popular, pero no lo es. Es inatento, impulsivo, desinhibido, hiperactivo y demandante, pero no hace nada para evitarlo. No parece que tenga ningún impedimento y te cuestionas si deberías hacer algo más o si lo que estás haciendo está mal.

Tal vez, creas que trata de volverte loco o que sólo quiere ser el centro de atención.
Puedes opinar que no está bien educado por sus padres, que han sido muy permisivos, muy estrictos o que no se han ocupado nunca de él.
Quizá, consideres que sólo puedes hacer hasta donde te sea posible y que es mejor que el orientador se ocupe de él.
También, puedes pensar que, realizar cualquier tipo de adaptación en tu manera de enseñar, ya sea al dar la clase, en los exámenes o a la hora de mandar las tareas es, de alguna manera, "romper las reglas" o "hacerle la vida más fácil".
Además, tienes otros alumnos a los que atender, todos diferentes y cada uno con su problemática personal y cada día tienes más sobrecarga de trabajo y cada vez menos recursos.

Sin embargo, otra manera de ver la situación es considerar que, realmente, puede tratarse de un problema médico y puedes informarte acerca del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Entonces, posiblemente, te darás cuenta de que no es culpa del niño, que él está tratando de hacerlo lo mejor posible y que intenta lidiar con una alteración biológica que se le escapa de las manos. Y, probablemente, te darás cuenta de que un niño con TDAH necesita que le supervises y le dirijas, que le enseñes a planificarse, que le animes a seguir adelante. Entonces, verás que detrás de una fachada de excesiva demanda y de comportamientos molestos, hay una gran necesidad de comprensión, tolerancia y empatía.

Sólo, párate a pensar un momento, lo difícil que es para ellos hacer lo que les pedimos. Imagínate vivir en un caleidoscopio que gira con rapidez y en el que sonidos, imágenes y pensamientos están en constante movimiento. Todos te llaman la atención, todos son igual de interesantes y no puedes fijar tu atención en niguno de ellos.

La mayoría de los niños que sufren el TDAH se sienten así y, muchos de ellos, ni siquiera consiguen sentarse tranquilamente o controlar su impulsividad. No es fácil hacer frente a estas frustraciones día tras día. Algunos canalizan sus fracasos iniciando peleas o rompiendo las cosas de los demás. Otros guardan sus problemas en secreto, para que nadie puedan ver lo mal que se sienten. Otros, se lo echan a la espalda y asumen su "papel": el de niños "vagos", "tontos", "maleducados" e "irritantes" y piensan que nunca podrán ser buenos en nada que se propongan.

El TDAH no es culpa de nadie, pero tú puedes ayudarle. Infórmate: Entiende cómo se sienten los niños con TDAH. Aprende estrategias específicas y aplícalas en tus clases. Dales la misma oportunidad que al resto de sus compañeros. "Dales la oportunidad de aprender"