Si eres profesor o profesora, es posible que tengas un alumno/a con problemas de atención y/o hiperactividad. Puede que esté diagnosticado con TDAH o no.
Es la primera vez que tienes un estudiante con estas características y no sabes qué hacer.
Sabes que es capaz de sacar buenas notas, pero no lo hace; sabes que podría ser popular, pero no lo es. Es inatento, impulsivo, desinhibido, hiperactivo y demandante, pero no hace nada para evitarlo.
Ante estas circunstancias, puedes pensar que, realizar cualquier tipo de adaptación en tu manera de enseñar, ya sea al dar la clase, en los exámenes o a la hora de asignar las tareas es, de algún modo, "romper las reglas" o "hacerle la vida más fácil".
Sin embargo, otra forma de ver la situación es considerar que, realmente, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es un problema médico, y puedes informarte sobre él.
Los últimos estudios científicos confirman, sin duda, que el TDAH es una alteración neurológica que afecta a ciertas capacidades cognitivas.
El TDAH es como vivir en un caleidoscopio que gira con rapidez y en el que sonidos, imágenes y pensamientos están en constante movimiento; todos son llamativos e igual de interesantes y es difícil fijar lla atención en alguno de ellos.
Además, otros aspectos fundamentales caracterizan a los niños que padecen de este desorden neurológico. Los niños, niñas y adolescentes con TDAH tienen dificultades para esperar, para comenzar o terminar una tarea o para tomar una decisión; están "aquí y allá y en todos lados". Pierden sus enseres y son desorganizados.
No es fácil hacer frente a estas frustraciones día tras día y estos alumnos terminan asumiendo el papel que les asignamos: el de niños "vagos", "tontos", "maleducados" e "irritantes", concluyendo que nunca podrán ser buenos en nada que se propongan.
El TDAH no es culpa de nadie.
Infórmate: Entiende cómo se sienten, aprende estrategias específicas y aplícalas en tus clases. Dales la misma oportunidad que al resto de sus compañeros, "dales la oportunidad de aprender".